En la década de los setenta el poeta mexicano Octavio Paz publicó su libro Tiempo nublado, un conjunto de ensayos en donde el escritor crítica las formas autoritarias y dictatoriales en América Latina. La lente de la crítica, poco común en ese tiempo, la hace Paz desde los ideales normativos de la democracia. El historiador Jean Meyer publicaba a finales de esa misma década su ensayo América Latina: tecnócratas en uniforme, en donde escribe “Todos los países de las Américas ibéricas, todos salvo México, Colombia, Venezuela y la pequeña Costa Rica, están gobernados actualmente por militares”. En efecto, Venezuela gozaba en ese entonces de una experiencia histórica democrática producto del Pacto de Punto Fijo de 1958.
Las elecciones recientes del 6 de diciembre en Venezuela para el Congreso, es una luz para el tiempo nublado que ha vivido Venezuela en los últimos 17 años de chavismo: erosión de la institucionalidad democrática, violación de los derechos humanos, persecución estatal a los líderes de la oposición, el quebranto de la economía, la violencia sistemática -comparable a la mexicana-. El gran historiador François Furet argumentaba sobre la historia del pasado de una ilusión: retrato trágico de los totalitarismos, formas perversas de la política. En América Latina padecemos históricamente de formas autoritarias como el régimen político creado por Hugo Chávez y sustentado hasta nuestros días por el presidente Nicolás Maduro. Venezuela tiene ahora un doble aprendizaje: primero, el chavismo no es perpetúo; segundo, la oposición comprendió que no es el golpe de estado la vía para cambiar las cosas, sino las “piedras de papel”, como bien dice Adam Przeworski.
No hay comentarios:
Publicar un comentario