miércoles, 25 de abril de 2012

Percepción sobre políticas anticorrupción en Venezuela

El centro de estudios The Latin American Public Opinion Project  (LAPOP) de la Universidad de Vanderbilt da a conocer los resultados de su sondeo de opinión pública de 26 países sobre la creencia de que el gobierno combate la corrupción, los datos que arroja son los siguientes:


En Uruguay el 65.0% cree que efectivamente el gobierno combate la corrupción, le sigue Chile en donde el 64.5% considera que el gobierno en efecto combate la corrupción. En México, muy por debajo de Uruguay y Chile, el 44.1% de los ciudadanos percibe que el gobierno combate la corrupción, una percepción débil de que el gobierno en realidad realice un buen desempeño en el combate a la corrupción. En Venezuela 36.6 % de los ciudadanos cree que el gobierno combate la corrupción y en Estados Unidos el 34.6%. Los dos últimos países de este rankeo sobre percepción del combate a la corrupción por parte de la instituciones gubernamentales de los 26 países estudiados son Haití y Trinidad y Tobago con 25.2% y 24.6% respectivamente (Ver gráfica 1).


Gráfica 1. Porcentajes sobre la creencia de que el gobierno combate la corrupción en 26 países de América.

Fuente: Latin America Public Opinion Project.




La ineficiencia del mercado por el control de precios en Venezuela

The New York Times publica un interesante artículo titulado With Venezuelan Food Shortages, Some Blame Price Controls sobre la nueva política de control de precios implementada por el gobierno populista de Hugo Chávez. Como observa el economista Gregory N. Mankiw, esta intervención en el mercado vía control de precios genera ineficiencia. Quienes justifican estas políticas lo hacen a un alto costo social -en el 2011 la tasa de inflación en Venezuela fue del 27.6%-  pues su consecuencia inmediata es inhibir los incentivos de los productores, como lo muestra el artículo del The New York Times en donde no se encuentra en estos días en los estantes de La Castellana, uno de los supermecados más populares en Venezuela,  papel higiénico.

sábado, 14 de abril de 2012

Comunicado del 14 de abril de 2012 de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) sobre el caso de Guyana

Actualmente el gobierno venezolano ha tomado un conjunto de decisiones diplomáticas sobre el conflicto de sus límites territoriales con la Guyana. La oposición agrupada en torno a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha dado a conocer el día de hoy un comunicado a los medios sobre su posición con respecto al caso Guyana, asimismo es una crítica en materia diplomática y derecho internacional  a las decisiones que ha tomado el Gobierno de Hugo Chávez en este asunto. Reproduzco en su totalidad en las siguientes líneas el comunicado de la Mesa de la Unidad Democrática dado a conocer el día de hoy a los medios.


“El Gobierno venezolano debe responder de inmediato la nueva actuación de Guyana”

“Frente a la reciente comunicación de la  Canciller de Guyana Carolyn Rodrigues-Birkett al Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, en la cual se hace referencia a la carta del Canciller venezolano Nicolás Maduro Moros del 9-3-2012, la alternativa democrática desea manifestar lo siguiente: 


La Canciller de Guyana en su carta al Secretario General de la ONU trata de desconocer unilateralmente el objeto del Acuerdo de Ginebra,  sosteniendo la tradicional posición pública guyanesa que  el Acuerdo fue suscrito para establecer la validez de la contención venezolana de que el Laudo es nulo e irrito. Se trataría, por tanto, según Guyana, de una disputa esencialmente jurídica. Venezuela, por su parte, afirma que no tiene sentido proponer una solución “práctica y mutuamente satisfactoria” a una controversia estrictamente jurídica. Negociar la validez o nulidad de un Laudo entre dos partes que tienen posiciones opuestas es inconcebible. La razón jurídica  no es negociable: se tiene o no se tiene. Y difícilmente se confiaría a negociadores diplomáticos la función de adjudicar derechos.  Por lo tanto, para Venezuela el Acuerdo pone de lado el  fraudulento Laudo de 1899 y su objeto es el arreglo práctico de la controversia, satisfactorio y aceptable para ambas partes.


Efectivamente si, como lo plantea la posición guyanesa, la controversia se limita a establecer la validez o nulidad del Laudo, a primera vista, no se entendería la razón por la cual  Guyana aceptó firmar el Acuerdo de Ginebra. Simplemente, debería haber ido a la Corte Internacional de la Haya. Por cierto,  el ex Presidente de Guyana Cheddi Jagan, padre fundador del actual partido de gobierno guyanés, como Jefe de la Oposición en 1966, se opuso a la firma del Acuerdo de Ginebra afirmando que de esa forma: “se concedió reconocimiento a la espuria reclamación territorial venezolana y lo que era un caso cerrado desde 1899 fue reabierto.”  


Desgraciadamente, el Gobierno del Presidente Chávez ha contribuido irresponsablemente, a partir del año 2004, a que Guyana pensara que Venezuela se había desinteresado de la reclamación. En efecto el entonces Embajador de Guyana en Venezuela Odeen Ishmael  llegó a afirmar que el Presidente Chávez debería “dar un paso al frente para  retirar el reclamo venezolano.”


Las irresponsabilidades, tanto de acción como de omisión, de este gobierno al respecto son muchas, mencionaremos sólo algunas:


1)      En el 2004, el Presidente Chavez declaró  que Venezuela no se oponía a que Guyana otorgara unilateralmente concesiones y contratos a compañías multinacionales en el Esequibo, con lo cual acabó con casi 40 años de diplomacia venezolana y entregó unilateralmente y, a cambio de nada, uno de nuestros pocos instrumentos  de negociación.  Desde entonces, Guyana tiene una poderosa razón más para no negociar.

2)      En el 2007, el Presidente Chávez  afirmó, y desde entonces lo ha repetido en varias ocasiones, que la reactivación de la reclamación venezolana sobre el territorio Esequibo en 1962, por parte del Gobierno de Rómulo Betancourt, fue producto de la presión de los Estados Unidos, supuestamente interesados en desestabilizar el gobierno autónomo (pero todavía no independiente) del Primer Ministro izquierdista de la entonces Guayana Británica, Cheddi Jagan.

3)      En la exposición de motivos de la Ley de Presupuesto de 2012, se menciona irresponsablemente a Punta Playa, como punto de referencia para negociar con Guyana la delimitación de áreas marinas y submarinas. Punta Playa está en la “frontera” entre el territorio venezolano, reconocido por Guyana, y la zona en reclamación del Esequibo, por tanto se encuentra en la Línea del Laudo de 1899, que Venezuela considera nulo e irrito.


Exhortamos al Gobierno Nacional a que responda oportunamente  a esta nueva actuación  del Gobierno de Guyana, reiterando la posición nacional al respecto.” (Comunicado del 14 de abril de 2012 de la Mesa de la Unidad Democrática de Venezuela, MUD, sobre el caso Guyana).


Documento íntegro de la Mesa de la Unidad Democrática: El Gobierno venezolano debe responder de inmediato la nueva actuación de Guyana

viernes, 13 de abril de 2012

Lecturas para comprender el populismo de Hugo Chávez

Noé Hernández Cortez*


El consejo de redacción de Letras Libres se dedicó en su Dossier –de su más reciente edición (abril, 2012) a reunir un conjunto de ensayos que versan sobre el fenómeno político del populismo. Como lo anuncia la entrada de la edición, tres ensayos son ponencias presentadas en la Universidad de Princeton, durante un seminario en torno a descifrar los rasgos distintivos del populismo: Sobre la distinción entre democracia y populismo del profesor en ciencia política John P. McCormick; Reflexiones sobre un concepto y su uso del politólogo holandés Cas Mudde; y En torno al populismo del historiador liberal Enrique Krauze. Acompañan a este conjunto de reflexiones dos penetrantes ensayos: El fin de la historia retrocede en Europa del filósofo y economista francés Guy Sorman; y Populismo en México: Recuento de daños del filósofo y politólogo César Cansino.


Mi primera impresión al leer estos ensayos es la bella edición y la coherencia temática que no es común encontrar en las revistas académicas. Además la traducción, en particular del ensayo de Cas Mudde, autor más cercano a mí, por parte de Marianela Santoveña, es sobria e impecable. Por otra parte, creo no exagerar que en nuestra vida intelectual mexicana no circula en estos días un ensayo tan polémico y apasionado como el de Guy Sorman, quien nos recuerda una tradición cultural que escribió a contracorriente de los autoritarismos del siglo XX:


“…Pero ¿no es la virtud de la democracia confiar el poder a los mediocres con la única condición de que ese ejercicio del poder esté limitado en el tiempo? Sin duda, y en último lugar, la defensa y la ilustración intelectual de la democracia liberal deja mucho que desear: nos faltan los Karl Popper, los Friedrich Hayek, los Raymond Aron, los Milton Friedman, los Octavio Paz que afirmen la superioridad espiritual y operacional de la democracia.” (Letras Libres, abril, 2012).


Y más adelante Sorman fustiga:


“…Además de los populistas étnicos y revolucionarios inquieta el espacio mediático y político que han conquistado los ‘tontos inútiles’ en tiempo de ‘crisis’.” (Letras Libres, abril, 2012).


El ensayo de César Cansino es una reflexión histórica sobre los males del populismo en la historia inmediata de México, en particular la grandilocuencia de los discursos populistas de Luis Echeverría y José López Portillo, cuyas consecuencias fueron saldos negativos en el manejo de la economía. El populismo en México son reacciones a gobiernos “deslucidos” que les antecedieron, así los gobiernos populistas de Luis Echeverría y José López Portillo son la reacción a los gobiernos apáticos de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, el populismo neoliberal de Carlos Salinas de Gortari es una respuesta a la sobria administración de Miguel de la Madrid, y el populismo de Vicente Fox una reacción al gobierno tecnocrático de Ernesto Zedillo.


El gran ausente de este Dossier sobre el tema del populismo es el filósofo argentino Ernesto Laclau. El único que lo comenta explícitamente es justamente César Cansino, quien de paso le realiza una crítica en los siguientes términos:


“…Por lo que respecta al populismo clásico de Cárdenas, que coincide con los de Getulio Vargas en Brasil o Juan Domingo Perón en Argentina, surge en un contexto con fines autoritarios, por más que algunas analistas -aquí se refiere a Ernesto Laclau- quieran ver en él una fuerza fundamental en la democratización del país gracias a la incorporación simbólica y efectiva de amplios sectores populares que se encontraban excluidos tanto política como económicamente.” (Letras Libres, abril, 2012).


Ernesto Laclau es un autor fundamental para polemizar sobre el fenómeno del populismo. Laclau es autor de una teoría del populismo desde la mirada del discurso y la historia. Asimismo, el pensador argentino emprende un diálogo para comprender el populismo con la teoría de la elección racional, la teoría comunicativa de Habermas y la teoría política liberal de John Rawls, todo ello desde su lectura personal de la modernidad y del marxismo.[1] Cuestiones que ciertamente pasa por alto César Cansino sobre Laclau para comprender su noción de democracia radical. En México, en las revistas culturales de acceso a un mayor público, quienes han polemizado con Laclau son el antropólogo Roger Bartra y el ensayista Jesús Silva Herzog-Márquez.


Los ensayos de Cas Mudde y John P. McCormick son una reflexión desde la tradición de la ciencia política americana. Si bien es cierto que Mudde es un politólogo europeo, su discusión intelectual se nutre de la ciencia política americana. Mudde registra en su ensayo la preocupación por definir conceptualmente a lo que llamamos “populismo”, tomando las lecciones de lógica aristotélica del politólogo italiano Giovanni Sartori, construye un concepto de populismo que le ha permitido realizar indagaciones empíricas sobre el populismo de los partidos de derecha en Europa.


Así con estos instrumentos lógicos Mudde define al populismo como “una ideología de núcleo poroso, que considera que la sociedad está dividida en dos grupos homogéneos y antagónicos –‘el pueblo puro’ frente a ‘la élite corrupta’ –, y que sostiene que la política debería ser una expresión de la volonté générale (voluntad general) del pueblo” (Mudde, Letras Libres, 2012). Uno de los propósitos de Mudde en sus investigaciones consiste en proporcionar estrategias metodológicas para indagar empíricamente el fenómeno del populismo.


John P. McCormick se asoma a sus estudios de historia política para trazar la distinción entre democracia y populismo. Al igual que Pierre Rosanvallon, quien considera al populismo como un fenómeno político inherente a la democracia moderna, McCormick desde la Universidad de Chicago escribe estas conclusiones:

“…Mientras que es preferible en términos normativos una democracia en la que la gente en efecto se gobierna a sí misma por encima de casi todas las formas del populismo, alguna variante de este último debería ser absolutamente necesaria para hacer que las repúblicas[2] electorales modernas sean más democráticas verdaderamente…” (Letras Libres, abril, 2012).

El historiador liberal Enrique Krauze cierra el Dossier con su ensayo En torno al populismo. Siendo reciente su investigación apasionada sobre la Venezuela de Hugo Chávez, Krauze se ha sumergido a discutir los temas de populismo de manera más sistemática. De hecho cuenta Krauze en su libro El poder y el delirio que interesado por el concepto de “pueblo” estableció un fructífero diálogo con Luis Fernando Lara y Julio Hubard quienes le “aportaron reflexiones sobre el concepto lingüístico y teológico de ‘pueblo’.” (Krauze, 2008:16).


Ernesto Laclau ha argumentado que el populismo encarnado en el discurso del líder articula un conjunto de demandas insatisfechas de los ciudadanos, para articular dichas demandas el líder asume en su discurso la construcción de “pueblo”, de esta manera unifica las demandas fragmentadas del mundo social. Cas Mudde observa con escepticismo que la presencia del líder sea un rasgo distintivo del populismo, no obstante Enrique Krauze, más cercano a la idea de líder de Laclau, escribe en su ensayo:


“Para llevar a cabo su proyecto, el populista utiliza como vehículo fundamental la palabra amplificada en la plaza pública. Los demagogos existen desde los griegos, pero los populistas son producto de la sociedad industrial de masas y del megáfono. El populista se apodera de la palabra y fabrica la verdad oficial. Una vez investido en intérprete predominante o único de la realidad (o en agencia pública de noticias), el populista aspira a encarnar esa verdad total y trascendente que las sociedades no encuentran -aunque a menudo aspiran a ella- en un Estado laico…” (Letras Libres, abril, 2012).


En esta idea del líder populista se aproximan el filósofo de tradición marxista Ernesto Laclau y el historiador liberal Enrique Krauze. Así el Dossier de Letras Libres de abril es una invitación a tender un diálogo, desde distintas áreas de estudio, sobre el rostro siempre oculto de la democracia moderna: el populismo.



Referencias bibliográficas

Cansino, César, 2012, “Populismo en México: Recuento de daños”, en Letras Libres, núm. 160, pp. 24-27.

Ernesto Laclau, 2010, La razón populista, México, Fondo de Cultura Económica.

Krauze, Enrique, 2008, El poder y el delirio, México, Tusquets Editores.

Krauze, Enrique, 2012, “En torno al populismo”, en Letras Libres, núm. 160, pp. 14-16.

McCormick, John P., 2012, “Sobre la distinción entre democracia y populismo”, en Letras Libres, núm. 160, pp. 21-23.

Mudde, Cas, 2012, “Reflexiones sobre un concepto y su uso”, en Letras Libres, núm. 160, pp. 16-20.

Sorman, Guy, 2012, “Fin de la historia retrocede en Europa”, en Letras Libres, núm. 160, pp. 28-32.
Ciudad de México, a 13 de abril de 2012.





* Noé Hernández Cortez es Doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO, Sede México). E-mail: noe.hernandez@flacso.edu.mx
[1] Ernesto Laclau, 2010, La razón populista, México, Fondo de Cultura Económica.
[2] Ecos intelectuales de la noción de república de Nicolás Maquiavelo y Bernard Manin.