viernes, 9 de diciembre de 2011

La voz de la oposición en Venezuela

El día de hoy analítica.com de Caracas, Venezuela , publica en su editorial una crítica al gobierno de Hugo Chávez, quien en su ejercicio de poder ha subordinado poderes institucionales fundamentales para la vida democrática como lo es el poder judicial. Asimismo, la editorial de analítica.com, dedicada al estudio de la economía nacional, realiza una crítica a la nueva “Ley de costos y precios justos” implementada por la política estatista de Hugo Chávez.


Aquí el texto completo publicado por analítica.com el día de hoy.


La represión aumenta El caos podría ser parte de una estrategia para atemorizar a los ciudadanos para que los que puedan emigren. Viéndolo en comparación con lo que ocurrió en Cuba hace más de 50 años no luce muy diferente.


A pesar de todas las proclamas públicas de apego a la democracia y de respeto a los derechos humanos que se hacen cuando nos visitan mandatarios extranjeros, apenas estos se van, sale a relucir el verdadero rostro del gobierno. Que es utilizar, entre otros, al sumiso poder judicial para debilitar toda expresión contraria a los intereses del régimen.


El caso de la solicitud de la fiscalía de prorrogar por dos años la prisión domiciliaria de la juez María de Lourdes Afiuni, a la cual no se le ha dictado sentencia, es un mensaje a García para la magistratura, quién sentencie en contra de los intereses del Presidente sabrá de antemano a que atenerse.


La decisión de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo que declara inadmisible la intervención de 59 periodistas de Globovisión como partes interesadas en el juicio de nulidad contra la multa impuesta por Conatel al canal y también considera improcedente el amparo cautelar solicitado por la planta televisiva es otra muestra más del cerco que el régimen le ha puesto a los medios de comunicación independientes.


La insólita agresión de la que fue objeto la UCV por facinerosos que irrumpieron en una sesión del Consejo Universitario arrojando comida sobre las autoridades, o cuando asaltaron la cátedra Pio Tamayo para agredir a los que en ella estaban reunidos , o cuando el Tribunal Supremo obliga la reinserción de un estudiante expulsado, es obvio que son acciones sugeridas por quien quiere silenciar todo foco de resistencia a sus ambiciones de tener una única forma de expresión del pensamiento.


La ley de costos y precios justos es otro instrumento poderoso en manos del ejecutivo para atemorizar a los empresarios y someterlos, si quieren seguir trabajando, a que se plieguen a los designios del gobierno y no se les ocurra apoyar a quienes pretendan enfrentar democráticamente al régimen.


Si a esto le sumamos la lenidad con la que se combate el incremento desenfrenado de la delincuencia podemos concluir que el caos podría ser parte de una estrategia para atemorizar a los ciudadanos para que los que puedan emigren. Viéndolo en comparación con lo que ocurrió en Cuba hace más de 50 años no luce muy diferente, ya que en esa oportunidad la estrategia de la revolución fue precisamente lograr que la mayor parte de la clase media emigrara. Para después someter sin resistencia al resto de la población.


Todas las encuestas señalan que la mayoría no desea que se implante en el país un régimen castro-comunista, sin embargo con el respaldo de un porcentaje minoritario de la población, el uso de la fuerza armada, del poder judicial y de todos los recursos de la burocracia estatal, la marcha hacia ese tipo de sociedad no sólo no se detiene sino que con la enfermedad del presidente se acelera.


Envíe sus comentarios a editor@analitica.com ”

Ciudad de México, a 9 de diciembre de 2011

martes, 6 de diciembre de 2011

La retórica populista de Hugo Chávez


 Foto: The Telegraph


Noé Hernández Cortez*


En una entrevista realizada en su momento al presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, el político promotor de las políticas neoliberales, reflexionaba sobre los rasgos distintivos que debería tener un líder político para el siglo XXI. Pérez imaginaba la figura social del líder como un prototipo del mito de la racionalidad de la política, modelo de las figuras que habían configurado su propio gabinete tecnocrático. Pérez pintaba las cualidades del líder político del siglo XXI, deseable para la democracia venezolana, en la siguiente imagen:


“[…] las cosas han cambiado mucho, el liderazgo ya tiene que fundamentarse no solamente en eso que se llama el carisma, en la capacidad de aceptación que tenga una persona ante una comunidad, sino que ahora tiene que cimentarse mucho más sobre la preparación, sobre la capacidad, esos líderes del pasado pegando tres gritos en una esquina o en un mitin podían ganarse una multitud eso no es posible porque además las comunicaciones modernas que es la gran revolución de nuestro tiempo han modificado totalmente la vida en el mundo. El líder está sometido a una auscultación mucho más profunda y va a ser muy difícil asumir posiciones de liderazgo en este mundo de las comunicaciones modernas […]” (Pérez, 1997)[1]


La imagen de Pérez sobre el líder para el siglo XXI, retrataba con exactitud, por vía negativa, el futuro liderazgo que emprendería Hugo Chávez cuando sube al poder en 1999. Justamente fueron los medios de comunicación quienes  pusieron en la escena política a Hugo Chávez en su célebre discurso del 4 de febrero de 1992, después de que deponía las armas por el fracaso del golpe de estado, estando en el poder Carlos Andrés Pérez. El mensaje bolivariano que daría Hugo Chávez, no sólo a sus aliados militares, sino a una gran audiencia a nivel nacional e internacional, de inmediato ganó la simpatía de muchos ciudadanos venezolanos, entre ellos el del veterano político Luis Miquilena. Así, con su discurso del 4 de febrero de 1992 irrumpe en la vida política de Venezuela una nueva forma de hacer la política, aquí la nueva retórica populista con la que se anunciaba el futuro líder de lo que más adelante se llamará simbólicamente la Revolución Bolivariana:


“[…] Y en este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el movimiento de paracaidistas de Aragua y en la brigada blindada de Valencia. Compañeros: lamentablemente por ahora los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la Ciudad Capital, es decir, nosotros acá en Caracas no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de evitar más derramamiento de sangre, ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse hacia un destino mejor. Así que oigan mi palabra, oigan al comandante Chávez quien les lanza este mensaje para que por favor reflexionen y depongan las armas porque ya en verdad los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional es imposible que lo logremos. Compañeros: oigan este mensaje solidario les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento y yo ante el país y ante ustedes asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano […]” (Chávez, 1992) [2]


Para Luis Miquilena, Chávez encarnaba el talento y el carisma político para guiarlo a la lucha política por la vía democrática de las elecciones, a diferencia de Carlos Andrés Pérez, Miquilena veía en los atributos retóricos de Chávez el futuro líder democrático de izquierda que requería Venezuela. Luis Miquilena, líder político de tendencia socialista, persuadió a Hugo Chávez después de que recibiera el sobreseimiento del presidente Rafael Caldera el 24 de marzo de 1994, que la lucha política no era por la vía armada, sino por la vía electoral. Tras la obtención de la libertad de Hugo Chávez, responsable del golpe de estado del 4 de febrero de 1992, se lee en la prensa una simpatía seductora por el “sacrificio” del comandante Hugo Chávez:


“La semana pasada, la arrolladora corriente de opinión a favor de la libertad de los militares presos por las insurrecciones de febrero y noviembre del ’92, fue acertadamente interpretada por el Presidente [Rafael Caldera]. En ese gesto va el agradecimiento de muchos venezolanos, entre los cuales me cuento, por el sacrificio de esos hombres que rescataron la dignidad nacional y cambiaron el vergonzoso curso que llevaba el país en enero de 1992” (Jorge Olavarría, El Universal, 03.04.1994)

“Comandante Chávez: un gran país que sufre y espera está integralmente contigo” (El Nacional, 03.04.1994)

“La forma como se ha resuelto el problema Latino y la puesta en libertad de los militares del 4F y 27N son sin duda éxitos obtenidos por el gobierno…En cuanto a la excarcelación de los militares, sólo debe recordarse que se trata de una edición repetida de lo que el mismo Caldera hizo en su primer mandato. Si entonces la inédita operación terminó restableciendo la normalidad política, no había ni hay razones para suponer que ahora no deba ocurrir lo mismo” (Américo Martín, 08.04.1994).


La prensa en su conjunto veía con optimismo y simpatía la liberación de los militares que habían participado en el golpe de Estado de 1992, y en particular por la liberación del naciente líder carismático de la escena política venezolana: el comandante Hugo Rafael Chávez Frías.


Ciudad de México  a 6 de diciembre de 2011.




*Noé Hernández Cortez es Doctor en Investigación en Ciencias Sociales por FLACSO, Sede México. E-mail: noe.hernandezcortez@gmail.com


[1] Entrevista concedida por Carlos Andrés Pérez durante su mandato presidencial (1989-1993), fuente electrónica: http://www.youtube.com/watch?v=axADlTZrW1U&feature=channel_video_title (Transcripción mía).

 [2] He transcrito el discurso histórico de Hugo Chávez después de que deponía las armas el 4 de febrero de 1992. Para los analistas es el inicio de la carrera política de Hugo Chávez a través de su impacto en los medios de comunicación. Fuente electrónica: http://www.youtube.com/watch?v=dV1fKQscgSQ&feature=player_embedded


martes, 22 de noviembre de 2011

Elecciones presidenciales en 2012: México y Venezuela (Fragmento).

Noé Hernández Cortez*


Introducción

En el 2012 México y Venezuela celebrarán elecciones presidenciales. Desde la perspectiva de la sociología política ambos países tienen componentes sociales, económicos, políticos y culturales complejos. Vislumbrar las semejanzas y diferencias entre ambos países nos permitiría obtener lecciones políticas significativas desde su contexto histórico, o bien comprender algunos rasgos distintivos que maticen la complejidad social de ambos países. Lo siguiente son sólo algunas notas que no pretenden agotarse en el juego estratégico de los actores políticos en el contexto de las campañas políticas y las elecciones, sino más bien encontrar las aristas de las interrelaciones en el contexto sociopolítico, económico y cultural de ambos países, como sugiere la sociología política en la tradición de Daniel Bell, encontrar las finas aristas de interrelación entre la política (poder), la tecno-economía (la eficiencia) y la cultura (el reino de lo simbólico).


Los ritmos históricos de la democracia han sido distintos en México y Venezuela. El historiador Jean Meyer en un célebre ensayo de 1977 destacaba que países como México, Colombia, Venezuela y Costa Rica habían escapado de las dictaduras militares constituidas en América Latina. Jean Meyer escribía en su célebre ensayo de 1977: “Todos los países de las Américas Ibéricas, todos salvo México, Colombia, Venezuela y la pequeña Costa Rica, están gobernados actualmente por militares; sólo desde hace unos quince años Venezuela logró escapar a esos generales; Colombia recuerda todavía al general Rojas Pinilla. La única excepción, finalmente, es la de México” (Meyer, 1977: 4). México había vivido dos breves períodos de ejercicio democrático antes de la llegada del PRI en 1929 […]



* Noé Hernández Cortez, Doctor en Investigación en Ciencias Sociales con mención en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Sede México. Actualmente es Profesor de Economía en el Departamento de Administración y Negocios de la Universidad del Valle de México. E-mail: noe.hernandezcortez@gmail.com

martes, 11 de octubre de 2011

El discurso ideológico de la política social en Venezuela, 1989-2010: un enfoque postestructuralista

Resumen.

La presente investigación examina el cambio discursivo en el plano ideológico de la política social en Venezuela en el período de 1989-2010. Nuestra investigación se sustenta fundamentalmente en la teoría del discurso posestructuralista de Ernesto Laclau. La importancia de nuestro marco conceptual para el análisis de los efectos ideológicos de los discursos de la política pública, consiste en ser una alternativa teórica para estudiar los cambios institucionales a partir de eventos y discursos claves, y a la vez en ser una propuesta al corpus teórico de las investigaciones en política pública, que ponen el énfasis en el estudio de las ideas y discursos para analizar los cambios institucionales que conlleva la articulación hegemónica de nuevas ideologías en materia de política social.


La articulación discursiva de la política social en Venezuela en el período de 1989-2010, responde a dos efectos ideológicos de dos momentos hegemónicos en la forma de gestión gubernativa. En un primer momento a la ideología neoliberal que crea la subjetivación de un ciudadano-consumidor, cuyos derechos sociales responden a la lógica del mercado; en un segundo momento – a partir del año axial venezolano de 1999- se crea una nueva subjetivación del ciudadano como partícipe de la democracia radical venezolana, y cuyos derechos sociales son garantizados y legitimados por la comunidad política creada en la Revolución Bolivariana, que actualmente continua en proceso.


Nuestra investigación indaga las estrategias discursivas en ambos momentos hegemónicos en la política social venezolana, a partir de los antagonismos discursivos y los efectos ideológicos traducidos en representaciones políticas en la política social. Más que proponer una evaluación de las políticas sociales a partir de determinados modelos normativos, nuestro análisis del discurso sobre la política social venezolana construye los puntos nodales de la hegemonía ideológica de las prácticas de la política pública, atrapando el mundo de lo político de las ideologías políticas que contextualizan a la política social.


PALABRAS CLAVES:Teoría del Discurso Postestructuralista, Ideología, Hegemonía, Política Social, Política de Salud, Venezuela.

jueves, 6 de octubre de 2011

Desmond S. King: la política social iliberal

El poeta Octavio Paz argumentaba que América Latina era una excentricidad de Europa. En ese sentido las formas institucionales de la democracia liberal es el destino natural en América Latina. Ahora que las políticas populistas en  política social han arribado con mayor fuerza en países como Argentina y Venezuela, el libro de Desmond S. King es una lectura interesante para leerla en clave latinoamericana. Inspirado en Michael Freeden, Desmond S. King examina las políticas sociales iliberales implementadas en la historia del Estado de bienestar de Inglaterra y los Estados Unidos. Una lectura extemporánea de In the name of liberalism: illiberal social policy in the United States and Britain es una poderosa clave para evaluar críticamente las políticas sociales de carácter populista en América Latina.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Algunas notas de Yvon Grenier sobre Venezuela

El número 26 de la Revista Literal está dedicado al tema de la desobediencia civil en el mundo global de las comunicaciones. Encuentro en esta edición un artículo del politólogo Yvon Grenier titulado Lecciones para el moderno autócrata. Adiós al PRI , de acuerdo con Grenier la historia de México puede arrojar lecciones relevantes para un régimen que Octavio Paz llamó en su momento “un régimen ‘hacia la democracia’”.

Sobre Venezuela Grenier escribe las siguientes líneas: "[...] en un país tan saturado de política como la Venezuela de Chávez, la Revolución es un estilo, un ambiente (un color: rojo) y un recurso retórico, no un sistema coherente de ideas".

viernes, 23 de septiembre de 2011

Comunicado de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) sobre Palestina

Transcribo a continuación el comunicado de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de Venezuela sobre su postura democrática con respecto a la situación palestina.

"Por una solución  justa y equilibrada sobre  el tema de Palestina"


"Las Naciones Unidas se aproximan a considerar la solicitud de reconocimiento internacional del estado palestino y su posible incorporación  como miembro pleno de la organización. Frente a este debate, la Mesa de la Unidad Democrática, expresa lo siguiente:  

1. En primer lugar vale la pena recordar la posición asumida por Venezuela en la histórica resolución No 181 (II) de la ONU aprobada el 29 de noviembre de 1947, cuando adoptaron el plan de partición reconociendo a los dos Estados: uno judío y otro árabe. En ese entonces, el Canciller venezolano Andrés Eloy Blanco sumó su voto a la tesis mayoritaria reconociendo ambos Estados.

     
2.  A lo largo de varias décadas, la comunidad internacional ha sido testigo de complejos procesos de negociación de Paz en Madrid, Oslo, Camp David, Ginebra y en otras regiones del mundo orientados a encontrar una solución pacifica, con fronteras reconocidas y seguras para ambos Estados, en un marco de mutuo reconocimiento.   


3. Radicalismos de uno y otro lado, han hecho fracasar las difíciles negociaciones. En Israel fue asesinado el Presidente Isaac Rabin, promotor de los Acuerdos de Paz de Oslo.  Al tiempo que Hamas se propuso enfrentar a la Autoridad Nacional Palestina que venía conduciendo un proceso de negociaciones.  

 
4. Los gobiernos democráticos de Venezuela hasta 1999 siempre asumieron una posición de equilibrio, respetada por sus aliados petroleros árabes y por Israel, así como a la amistad de Venezuela con ambos pueblos y a la tradicional convivencia en nuestra Patria de apreciadas comunidades de origen judío y árabe. 


5. Tan importante como la creación de un estado para que los palestinos tengan una merecida patria, es el reconocimiento al derecho que tienen los israelíes a existir como  estado judío con fronteras seguras.  

6. La única solución posible es darle un claro respaldo a la existencia tanto del Estado de Israel como el Estado Palestino, con base a las normas y principios del derecho internacional, incluyendo el derecho a la autoderminación, garantizando fronteras seguras y reconocidas en un clima de paz y cooperación. Venezuela debe mantener una actitud de equilibrio, reconociendo los derechos de ambas partes, asumiendo posiciones constructivas con vistas a  alcanzar una paz firme y duradera.  


7. La Unidad Democrática venezolana respalda la aspiración  del pueblo palestino de incorporarse como miembro pleno de la ONU al tiempo que rechaza las descalificaciones, lindantes con el racismo, proferidas por el gobierno de nuestro país contra Israel y sus autoridades. Así mismo, reafirma su disposición de restablecer relaciones diplomáticas con el Estado de Israel a partir del año 2013 cuando  la voluntad del pueblo venezolano nos llame a dirigir los destinos del país.  

Caracas, 23 de septiembre de 2011    

miércoles, 24 de agosto de 2011

Jorge Luis Borges: un escritor para escritores



El poeta Gabriel Zaid admiraba a Michel Foucault por ser un lector de amplia mirada, para decirlo con una palabra ya en desuso, por ser un lector universal. ¿En dónde observaba Zaid al lector universal que era Foucault? Foucault era lector de Jorge Luis Borges. Esta idea vino a mi mente al leer el ensayo del crítico literario Paul de Man en el The New York Review of Books. En A Modern Master nos informa de Man la lectura actual del escritor argentino en los Estados Unidos, nos recuerda que Borges fue el traductor de John Peale Bishop, Harte Crane, E.E. Cummings, William Faulkner, Edgar Lee Masters, Robert Penn Warren y Wallace Stevens.


En México es memorable el ensayo que le dedicó el poeta Octavio Paz en la revista Vuelta hace exactamente 25 años. En El arquero, la flecha y el arco   nos dice Paz : “Empecé a leer a Borges en mi juventud, cuando todavía no era un autor de fama internacional. En esos años su nombre era una contraseña entre iniciados y la lectura de sus obras el culto secreto de unos cuantos adeptos. En México, hacia 1940, los adeptos éramos un grupo de jóvenes y uno que otro mayor reticente: José Luis Martínez, Alí Chumacero, Xavier Villaurrutia y algunos más. Era un escritor para escritores”.



Ciudad de México, a 24 de agosto de 2011.



Venezuela: el Pacto de Punto Fijo y los derechos sociales, unas notas



Noé Hernández Cortez
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
Sede México
noe.hernandez@flacso.edu.mx; noe.hernandezcortez@gmail.com


Uno de los primeros discursos democráticos en la historia política latinoamericana es la de Venezuela. El historiador mexicano Jean Meyer escribiría en 1977 las siguientes líneas: “todos los países de las Américas Ibéricas, todos salvo México, Colombia, Venezuela y la pequeña Costa Rica, están gobernadas actualmente por militares; sólo desde hace unos quince años Venezuela logró escapar a esos generales: Colombia recuerda todavía al general Rojas Pinilla. La única excepción finalmente, es la de México” (Meyer, 1977: 4). El análisis histórico de Jean Meyer sobre Venezuela, se refiere al temprano nacimiento de la democracia en Venezuela. Con la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez se llegó a un acuerdo entre la élite política en 1958 a través del memorable Pacto de Punto Fijo (Rey, 1991; Kornblith, 1994).[1]


 En 1959 el sociólogo político y cientista político Seymour Martin Lipset[2] definía a la democracia como “un sistema político en el cual existe oferta regular de oportunidades constitucionales para cambiar a los funcionarios gubernamentales” (1959: 71), por supuesto esta rotación de cargos públicos se sustenta en el mecanismo elemental de la democracia: la celebración de elecciones competitivas y transparentes. Asimismo, Lipset argumentaba que esta rotación de cambio en los cargos públicos en toda democracia se sustentaba en tres mínimas condiciones, a saber: “1). Una “fórmula política”, entendida como un sistema de creencias, legitimidad del sistema democrático e instituciones específicas – partidos políticos, libertad de prensa, etcétera- los cuales son legitimados y aceptados como propiedad de todos; 2). Un conjunto de líderes políticos en el gobierno; y 3). Uno o más conjuntos de líderes, fuera del gobierno, que actúan como una oposición legítima que intentan ganar el ejercicio del gobierno” (Lipset, 1959: 71). Siguiendo el argumento de Lipset encontramos que en Venezuela se dio en 1958 los tres componentes mínimos que requiere una democracia: 1).una fórmula política, 2).líderes políticos en el ejercicio del gobierno, y  3).una oposición.


1). Una fórmula política. El pacto de Punto Fijo sentó las bases institucionales para el ejercicio de la democracia en Venezuela. El pacto fue posible debido al reconocimiento del juego democrático a través de elecciones entre los partidos de Acción Democrática (AD), el partido social cristiano (COPEI, Comité de Organización Política Electoral Independiente) y la Unión Republicana Democrática (URD) (Ollier, 2011:15). Son estos tres partidos con los que nace el moderno sistema de partidos de masas en Venezuela.


2). Líderes políticos y partidos políticos. El marco institucional democrático fue legitimado por estos tres partidos, sentando el inicio del respeto por la celebración de elecciones para el cambio legítimo en el ejercicio de gobierno. En la evolución del sistema de partidos en Venezuela encontramos dos rasgos distintivos. El primero consiste en que las élites políticas lograron traducir las demandas sociopolíticas de las masas de trabajadores y campesinos de Venezuela (Rey, 1991; Kornblith, 1994). El segundo rasgo distintivo es que el sistema de partidos en Venezuela evolucionó hacia un bipartidismo fuertemente institucionalizado, en donde las luchas por el poder por la vía electoral estaban configuradas por los partidos de Acción Democrática (AC), cuyo ideólogo y líder político fue Rómulo Betancourt; y el partido demócrata cristiana COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente), cuyo ideólogo y líder político fue Rafael Caldera (Molina y Pérez, 1998). Así los discursos de los líderes políticos eran identificados dentro de las ideologías bien definidas por las plataformas político-electorales de cada partido político, en otros términos la estabilidad institucional con la que nace el bipartidismo en Venezuela garantizaba la identificación plena de las propuestas políticas de cada partido político fortaleciendo sus alianzas con los sindicatos, la clase media y el medio empresarial.


3). La oposición. Un antagonista históricamente presente en el sistema de partidos de Venezuela son las corrientes marxistas y comunistas. Los partidos de izquierda en Venezuela jugaron un papel importante como campos discursivos contra la élite política y las tendencias ideológicas liberales. Antes del pacto de Punto Fijo el histórico Partido Comunista de Venezuela (PCV) fue reconocido legalmente en 1945. “Existían, además, desde la época de Gómez, diversas organizaciones marxistas, que ya bajo la presidencia de Medina Angarita, fueron autorizados para actuar abiertamente, y que en 1945 se unen para formar el nuevo Partido Comunista de Venezuela  (PVC) ahora por primera vez legalizado” (Rey, 1991: 537). En el pacto político de 1958 las tendencias ideológicas de la izquierda fueron excluidas de dicho acuerdo nacional, no obstante desde la exclusión fue construyendo un discurso antagónico al gobierno y jugó el rol de oposición, más o menos respetada en su libertad para expresar sus desacuerdos políticos.


Así, el bipartidismo que nace del Pacto de Punto Fijo empezará a canalizar las demandas sociales, elaborando plataformas políticas en donde se empiezan a reivindicar los derechos sociales de los ciudadanos venezolanos.[3] La reivindicación de los derechos sociales como la educación gratuita impartida por el Estado, el acceso a los servicios de salud, el derecho a la protección social del trabajo y los servicios públicos básicos fue constituyendo un discurso de política social que los partidos políticos hacían parte de sus plataformas políticas y prácticas de políticas públicas una vez ya en el ejercicio de sus gestiones gubernamentales. A diferencia de la construcción histórica del estado de bienestar en los estados capitalistas industrializados (Esping-Andersen, 1993), el estado de bienestar en América Latina aparece después de la Segunda Guerra Mundial en entornos complejos de desigualdad social, crisis políticas y económicas que han erosionado la capacidad institucional del Estado en las prestaciones y obligaciones de garantizar los derechos sociales mínimos. En ese sentido, podemos hablar de un estado de bienestar en países de ingreso medio[4] como son los países de América Latina, el Este Asiático y los países de Europa del Este (Haggard y Kaufman, 2008).[5]


Ciudad de México, 24 de agosto de 2011




[1] El registro histórico de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez se establece el 23 de enero de 1958. Con negociaciones políticas previas el Pacto de Punto Fijo se firmó el 31 de octubre de 1958.

[2] En la presente investigación doctoral nos inspiramos en la rica tradición que representa el pensamiento de Seymour Martin Lipset en estudios sobre la democracia. Véase: Seymour Martin Lipset (1959), “Some Social Requisites of Democracy: Economic Development and Political Legitimacy”, en The American Political Science Review, Vol. 53, No. 1, pp. 69-105;Guillermo O’Donnell y Philippe Schmitter (1986), Transitions from Authoritarian Rule: Tentative Conclusions about Uncertain Democracies. Baltimore: Johns Hopkins University Press; Seymour Martin Lipset (1994), “The Social Requisites of Democracy Revisited: Presidential Address”, en American Sociological Review, No. 59, Febrero, pp. 1-22; Larry Diamond (1997), “Consolidating Democracy in the Americas”, en Annals of the American Academy of Political and Social Science, Vol.550, Marzo, pp.12-41; Adam Przeworski, Michael E. Alvarez. José Antonio Cheibub y Fernando Limongi (2000), Democracy and Development: Political Institutions and Well-Being in the World, 1950-1990. Cambridge: Cambridge University Press; Ronald Inglehart y Christian Welzel (2005), Modernization, Cultural Change, and Democracy: The Human Development Sequence, Cambridge: Cambridge University Press. Es importante señalar que el trabajo de Lipset está inspirado a la vez en Aristóteles, Schumpeter y Alexis de Tocqueville, este último es importante por su análisis sobre las condiciones en que se dio la igualdad política y social en la democracia norteamericana.
[3] Para algunos autores como Michael Coppedge después del Pacto de Punto Fijo en Venezuela surge una partidocracia con dos partidos fuertes como lo fueron Acción Democrática y el Partido Demócrata Cristiano COPEI. Véase: Michael Coppedge (1994), Strong Parties and Lame Ducks: Presidential Partyarchy and Factionalism in Venezuela, Stanford California: Stanford University Press.  

[4]  De acuerdo con William R. Harlan, Lynne C. Harlan y Wee Ling Oii los países con status de “menos desarrollo” tienen un ingreso promedio de PIB per cápita de $270 dls, en cambio los países con un status de “ingreso medio” tienen un promedio de PIB per cápita de $2490 dls. Esta estimación fue realizada a precios constantes de 1984. Véase: William R. Harlan, Lynne C. Harlan y Wee (1984), “Policy Implications of Health Changes in Rapidly Developing Countries: The case of Malasya”, en Journal of Public  Health Policy, Vol.5, No.4, Diciembre, pp. 563-572.

[5] Un proyecto de investigación impulsado por Stephan Haggard y Robert R. Kaufman es el de una economía política de la política social que analice el estado de bienestar de ingreso medio en los países de América Latina, el Este Asiático y los países de Europa del Este. Como todo proyecto de investigación, el de Haggard y Kaufman parte de una tradición intelectual entre la economía política, la ciencia política y la economía delbienestar (Amartya Sen, 1982, 1999; Anand, Hunter y Smith, 2005; Nussbaum, 1992, 1993). Véase: Baum, Matthew A. y David A. Like (2003), “The Political Economy of Growth: Democracy and Human Capital”, en American Journal of Political Science, Vol.47, No.2, Abril, pp. 333-347; Dornbush, Rudiger y Sebastian Edwards, editores, (1991), The Macroeconomics of Populism in Latin America, The National Bureau of Economic Research (en línea); Haggard, Stephan y Robert R. Kaufman (2008), Development, democracy, and welfare states: Latin America, East Asia, and Eastern Europe, Princeton, N.J.: Princeton University Press; Hirschman, Albert O. (1987a) “The Political Economy of Latin America Development: Seven Exercises in Retrospection, en Latin American Research Review, Vol. 22, No.3, pp. 7-36; Hirschman, Albert O (1987b) “The Political Economy of Import-Substituting Industrialization in Latin America, en The Quarterly Journals of Economics, Vol. 82, No.1.


martes, 19 de julio de 2011

Venepolicy Abril-Junio 2011

La revista venezolana de análisis político y política pública Venepolicy ha editado su segundo número de Abril-Junio 2011. Se puede leer en este número la interesante entrevista que realiza David Smolanky al politólogo y escritor Sadio Garavini di Turno.

martes, 5 de julio de 2011

Ideología política y Bancos Centrales: un estudio comparativo entre Chile y Venezuela, 1999-2009

Noé Hernández Cortez*

Tengo que tener responsabilidad fiscal, credibilidad monetaria.
Eso no es de izquierda ni de derecha, mi amigo
Ricardo Lagos, ex presidente de Chile.

Resumen
En el presente ensayo argumentamos que las políticas monetarias implementadas por los bancos centrales no son neutrales ideológicamente, como pretende establecer el discurso político proveniente del vocabulario tecnocrático. Las políticas monetarias de los bancos centrales son articuladas por las ideologías políticas de los gobiernos en turno. Para demostrar lo anterior realizamos un estudio comparativo entre los bancos centrales de Chile y Venezuela (1999-2009), para mostrar que las ideologías políticas de izquierda construyen un discurso propio para la legitimación de sus políticas monetarias. Cerramos con unas consideraciones finales que sostienen que las políticas monetarias de los bancos centrales responden más que a la eficiencia económica, a ideologías políticas gubernamentales.

1.      Introducción
En el 2004 el aún presidente de Chile Ricardo Lagos declaraba en el diario argentino La Nación: “Tengo que tener responsabilidad fiscal, credibilidad monetaria. Eso no es de izquierda ni de derecha, mi amigo”. Esta declaración de Lagos se convirtió en un lugar común en todas sus entrevistas que daba tanto a nivel nacional como internacional. Así, Lagos pretendía borrar la geometría política izquierda-derecha desde un discurso político proveniente de la tecnocracia. A contracorriente de esta concepción tecnocrática de la política, que tomó carta de naturalización en el discurso político latinoamericano, en el presente ensayo argumentamos que la geometría política izquierda-derecha es de gran explicación para dar cuenta sobre la forma en que se lleva a cabo el manejo de la política monetaria. Nuestro supuesto es que el diseño de la política monetaria por parte de los bancos centrales no es una función neutral en términos ideológicos como suponen los técnicos de la economía y legitimados por el discurso de los políticos, sino más bien responde a proyectos de ideologías políticas[1] del gobierno en turno.

Para sustentar que las políticas monetarias son la expresión práctica de proyectos ideológicos gubernamentales, delinearemos primero las recomendaciones que en políticas públicas diseñó el Consenso de Washington para América Latina, y en un segundo momento argumentaremos la configuración política del giro a la izquierda como una respuesta negativa o positiva al Consenso de Washington. Como señala Arditi (2009), el impulso hacia la izquierda que vive América Latina hoy es producto para algunos países del “descontento” sufrido frente a las políticas neoliberales recomendadas por el Consenso de Washington. Posteriormente, para fines analíticos señalaremos dos modelos de ideologías políticas de izquierda en América Latina: un modelo socialdemócrata representado por Chile (Navia, 2007) y un modelo de izquierda-populista representado por Venezuela (Laclau, 2006). Nuestro argumento central es que ambos modelos han configurado dos estrategias distintas en el manejo de las políticas monetarias por parte de los Bancos Centrales tanto en Chile como en Venezuela, para ello exploraremos la dimensión de autonomía de los bancos centrales de acuerdo con el proyecto político y económico en cuestión. Cerramos nuestro ensayo con unas consideraciones  finales en donde asumimos que las políticas monetarias se pueden estudiar desde las posiciones ideológicas de los proyectos políticos gubernamentales.

2.      El Consenso de Washington
La década de los ochenta en América Latina se caracteriza en el plano económico por la intervención desmedida del aparato estatal en el sector productivo. Desde una lectura política esta absorbente intervención del Estado en la economía fue posible por la naturaleza de sus regímenes autoritarios (Collier, 1985; Levitsky y Way, 2004) las políticas económicas eran dictadas desde los grupos políticos que aliados con el empresariado nacional, marcaban el rumbo de la economía del país. Así, las políticas económicas estaban diseñadas de arriba hacia abajo, sin participación de otros actores políticos que no fuera la élite política y económica de cada país. Frente a esta situación la presión externa hacia los países de América Latina se estructuró desde el Consenso de Washington. El programa general del Consenso de Washington consistió en diseñar recomendaciones severas y restrictivas en materia de política económica, caracterizada principalmente por el ajuste en política fiscal y el gasto público eficiente por parte del gobierno (Williamson, 2003).

El paquete de políticas públicas recomendadas por el Consenso de Washington tenía como propósito fundamental modernizar al Estado. Una parte importante de los argumentos en torno al Estado en la década de 1990 sostenían la necesidad de recortar o disminuir su exagerado papel. Estado burocrático que generó un gran déficit fiscal, una actividad económica opresiva y una gran centralización del gobierno. Lo que se necesitaba era un Estado fuerte y capaz para apoyar a los mercados, por lo que un Estado arbitrario y corrupto impedía su desarrollo. Lo importante era retirar al Estado de las áreas en que no es eficiente, para que se concentrara únicamente en las áreas que incentivaran la eficiencia de los mercados: la provisión de infraestructura institucional de una economía de mercado, de seguridad y bienes públicos, y el cuidado de los miembros de la sociedad en situación de exclusión social. En síntesis, los diseñadores y promotores del Consenso de Washington resumían en recetas mínimas el desmantelamiento del Estado y el impulso de una economía de mercado.[2]Como señaló con argumentos críticos contra el Consenso de Washington, Joseph E. Stiglitz en 1998, “…demasiado a menudo el dogma de la liberalización devino un fin en sí mismo, no un medio para alcanzar mejores sistemas financieros.” (Stiglitz, 1998).

De esta manera, en Venezuela las políticas neoliberales impulsadas por el gobierno de Carlos Andrés Pérez fueron profundas y demolieron las funciones sociales que venía desempeñando el Estado. En el caso chileno las políticas neoliberales fueron impulsadas durante el gobierno dictatorial de Augusto Pinochet, y legitimadas posteriormente por el Consenso de Washington (Navia, 2007). En este primer proceso de liberalización económica tanto Venezuela como Chile emprendieron reformas en el sentido de darle autonomía e independencia a sus bancos centrales con el propósito de alejarlos del juego político, pues la política monetaria se convirtió así en prioridad para la correcta implementación de políticas neoliberales ahora preocupadas por controlar la inflación y la estabilidad macroeconómica.

3.      Dos modelos de ideologías políticas de izquierda: el socialdemócrata y la izquierda-populista
El tema del giro a la izquierda en América Latina representa un fuerte debate en el mundo académico y político. En primer término el concepto “izquierda” en el vocabulario político es un término polisémico. Hay definiciones simplistas como las que presentan Jorge Castañeda (2006) y Jesús Tovar Mendoza (2008), las cuáles destacan por presentar a la izquierda en América Latina fuera de los contextos políticos complejos de cada país y por fijar fuertes posturas normativas clasificando a los gobiernos de izquierda como “buenos” o “malos”. Para fines de nuestro trabajo señalaremos dos modelos de ideologías políticas para la izquierda en el actual contexto político latinoamericano, con la finalidad de poder explicar las características de los Bancos Centrales de Chile y Venezuela dentro de cada modelo. Asimismo, realizaremos una comparación entre la dinámica del Banco Central de Chile y Venezuela con el objetivo de trazar semejanzas y diferencias que nos proporcionen elementos que argumenten que de acuerdo con cada modelo de izquierda existe una forma especifica de funcionamiento de las políticas monetarias en cada Banco Central.

Nuestra propuesta sobre la clasificación de los dos modelos de las ideologías políticas de izquierda aquí presentados tienen dos dimensiones teóricas: una dimensión propiamente política y una dimensión económica.[3] Para la dimensión política nos apoyamos en Ernesto Laclau (2006) quien clasifica a la izquierda latinoamericana en el espectro ideológico de izquierda-centro. De acuerdo con Laclau la dimensión política de la centroizquierda latinoamericana se distingue por la forma de traducir las demandas sociales de la sociedad civil por parte del Estado. En ese sentido, el caso chileno se caracteriza por traducir sus demandas sociales dentro de marcos institucionales gubernamentales, a lo que Laclau llama la ley de la diferencia. Así, el actual orden institucional en Chile es producto de la dictadura de Augusto Pinochet. Con la llegada de la coalición partidaria de la Concertación se impulsaron políticas socialdemócratas dentro del modelo neoliberal heredado por la dictadura, transformando de esta manera el sistema económico con políticas públicas con “rostro humano”, es decir, existieron canales institucionales para satisfacer las demandas sociales. Por otra parte, en países en donde existió una ruptura populista como es el caso de Venezuela a partir del ascenso al poder de Hugo Chávez en 1999, predominaron según Laclau demandas sociales insatisfechas que al no encontrar canales institucionales gubernamentales para ser atendidas, se transformaron este conjunto de demandas sociales aparentemente dispersas en un centro ideológico hegemónico que llamamos populismo, es decir, prevaleció lo que Laclau llama la lógica de la equivalencia.

Para la dimensión económica nos apoyamos en el trabajo de John Sheahan titulado Modelos Alternativos de Capitalismo en América Latina (2002). Nuestro interés es entender las políticas monetarias de los bancos centrales en Chile y Venezuela, no como instituciones aisladas de los proyectos políticos y económicos del gobierno, sino precisamente como producto de ideologías políticas que sustentan las políticas monetarias  implementadas por el gobierno. De acuerdo con John Sheahan en el modelo de capitalismo en Chile –que en realidad son expresiones de las pautas históricas que ha seguido la política económica del Estado en dicho país- se pueden identificar los siguientes períodos: a). 1965-1970, un modelo de capitalismo en donde el Estado formula políticas públicas inclusivas; b). 1970-1973, un modelo de corte marxista; c). 1973-1990, un modelo neoliberal con mercado autoritario, al cual podemos denominarlo como un modelo neoliberal “sin rostro humano”; d). 1990-2009, un modelo liberal mixto con fuerte impulso de la economía de mercado, pero a la par un estado activo en políticas sociales focalizadas. De acuerdo con nuestro criterio  y siguiendo la tipología que presenta Sheahan, en el caso de Venezuela podemos identificar dos períodos: a). 1988-1999, se caracteriza por ser un modelo neoliberal, caracterizada por una profunda liberalización en donde se aboga por una mínima intervención por parte del Estado en los mercados; b). 1999-2009, implementación de un modelo populista caracterizado por una fuerte intervención en políticas públicas inclusivas.

Las dimensiones política y económica nos permiten tener una mayor amplitud para caracterizar el modelo socialdemócrata en Chile y el modelo de izquierda-populista en Venezuela. Cabe advertir que en el presente ensayo la palabra populismo no tiene una carga peyorativa, sino más bien representa una categoría que permite comprender una realidad política.[4] La visión de conjunto de las dimensiones política y económica de los modelos socialdemócrata chileno y el modelo de izquierda populista en Venezuela, se representan en la Tabla 1.


Tabla 1. Dimensiones política y económica de los modelos de las ideologías políticas de izquierda en Chile y Venezuela
Modelo
Dimensión política
Dimensión económica
Socialdemócrata en Chile, 1999-2009
Origen: demandas sociales canalizadas por medios institucionales

Modelo liberal mixto con fuerte impulso para establecer la economía de mercado y un fuerte activismo estatal en políticas públicas.


Izquierda-populista en Venezuela, 1999-2009


Origen: demandas sociales insatisfechas, no atendidas por las instituciones gubernamentales


Modelo populista caracterizado por el impulso de políticas sociales inclusivas.

Fuente: Elaboración propia a partir de las perspectivas teóricas de John Sheahan (2002) y Ernesto Laclau (2005).
Consideramos que los modelos que representamos para el caso chileno y venezolano recogen bien las dimensiones políticas y económicas del contexto de cada país. Desde el punto de vista analítico tanto el modelo socialdemócrata y el modelo de izquierda-populista, presentan coordenadas de análisis que permiten estudiar las ideologías políticas concretas, las cuáles a la vez se conciben como diseños institucionales que responden a proyectos políticos gubernamentales.

4.      La autonomía de los Bancos Centrales: Chile y Venezuela
El supuesto normativo fundamental sobre la autonomía de los Bancos Centrales radica en que es “bueno” para la democracia que el manejo de las políticas monetarias este alejada del juego político. Este criterio de autonomía implica que los bancos centrales deben sólo desempeñar las funciones del diseño de las políticas monetarias, cuya tarea central es el manejo de las variables macroeconómicas como son el control de la inflación y la estabilidad económica. En ese sentido Arend Lijphart (2000) considera la autonomía de los Bancos Centrales como una variable institucional fundamental para evaluar a la democracia. De acuerdo con Lijphart una democracia robusta cuenta con bancos centrales autónomos e independientes de la esfera política. No obstante, autores como Delia M. Boylan (1998) y Frédéric Lebaron (2000) han mostrado que la supuesta “independencia y autonomía” de los bancos centrales es sólo un criterio normativo, pues en los hechos los bancos centrales responden a los intereses de la élite política y económica. De acuerdo con Delia M. Boylan la hipótesis sobre la autonomía e independencia de los bancos centrales con respecto a la arena política se recoge en  lo que ella llama la “literatura de la credibilidad”,[5] sobre este punto Boylan argumenta:

En años recientes, las investigaciones sobre la autonomía de la banca central en los países industrializados avanzados han proliferado bajo el término general de la “literatura de la credibilidad”. En pocas palabras, esa literatura afirma que los gobiernos crean bancos centrales autónomos para “atarse las manos”; y construye modelos a partir de la premisa de que todos los políticos cuentan con la habilidad para utilizar la inflación con el propósito de generar resultados favorables a corto plazo (Kydland y Prescott, 1977; Barro y Gordon, 1983a y 1983b). Consecuentemente, aun cuando un gobierno pueda comprometerse a mantener la estabilidad macroeconómica, los actores económicos nacionales saben que los políticos siempre estarán tentados a provocar inflación para ganar votos. Sin embargo, puesto que los actores del sector privado incorporan en sus contratos laborales esas expectativas, el resultado neto es una espiral inflacionaria sin incrementos correspondientes en el empleo (Boylan, 1998: 50)

La llamada “literatura de la credibilidad” tiene sus defensores en ciertos círculos de economistas y politólogos. Para estos círculos académicos la autonomía e independencia de los bancos centrales operan bajo criterios tecno-económicos, asépticos a toda influencia de las ideologías políticas. No obstante, se ha mostrado que las ideologías políticas en los países en desarrollo juegan un papel fundamental para determinar las políticas monetarias de los bancos centrales. Lo que nos indica que la política fiscal y la regulación de la estabilidad macroeconómica responden a proyectos políticos y económicos del gobierno que pueden ser de derecha o izquierda, o como argumentamos en nuestro presente trabajo responden a distintos modelos de izquierda. Sobre este punto escribe Delia M. Boylan:

Las teorías de partidos aplicadas a la economía política […] sugieren que los partidos de izquierda y derecha, por ejemplo, difieren sistemáticamente en lo referente a la combinación de inflación y desempleo que prefieren (Hibbs, 1977). Las primeras variantes de esas teorías quedaron en descrédito porque suponían la existencia de una curva de Phillips (equilibrio entre poca inflación y poco desempleo) permanentemente explotable. No obstante, los trabajos teóricos recientes han demostrado que, a raíz de la incertidumbre que rodea a las elecciones, los políticos pueden aprovechar una curva de Phillips de corto plazo para manipular temporalmente la economía en provecho propio, ya sea hacia una inflación reducida, en el caso de la derecha, o bien hacia una tasa de desempleo baja, cuando se trata de la izquierda (Alesina, 1988; Alesina y Sachs, 1988). Puesto que la autonomía del banco central aumenta los costos de generación de ciclos expansionistas a corto plazo, es probable que los partidos de izquierda consideren una desventaja dicha autonomía (Boylan, 1998: 53).

Para argumentar sobre el grado de autonomía que tienen los bancos centrales en Chile y Venezuela, consideramos la influencia política e ideológica que tiene el Ejecutivo sobre la política monetaria en los bancos centrales. Por otra parte, asumimos que los bancos centrales responden a los proyectos políticos del gobierno y una forma de detectar esta forma de operar es través de los modelos de izquierda clasificados como modelo de izquierda socialdemócrata y el modelo de izquierda-populista.

Como señalamos líneas arriba el modelo neoliberal en Chile fue herencia de la dictadura de Augusto Pinochet. Con la llegada de la Concertación en 1990 “una coalición formada por partidos de centro y de izquierda, ha ganado todas las elecciones gracias a que supo mantener las políticas económicas neoliberales adoptadas por Augusto Pinochet. Y a la vez logró introducir políticas públicas diseñadas para reducir la pobreza y reformas institucionales que permitieron la consolidación democrática.” (Navia, 2007: 26). En este contexto, los chicago boys de la dictadura pinochetista diseñaron un Banco Central que tomaba decisiones de manera vertical, en esta forma de operar estaba ausente lo que Guillermo O’Donnell (1998) llamaría el accountability horizontal, es decir, la ausencia total de contrapesos al dictador y una retirada total de vínculos de la sociedad civil de resistencia. No obstante, con la llegada de la Concertación el Banco Central de Chile cobró autonomía e independencia con respecto a la esfera política. En ese sentido se concibió al Banco Central de Chile como una institución autónoma cuya tarea principal fuera el manejo de las variables macroeconómicas. En ese sentido, el mandato constitucional en su artículo 98 le asigna al Banco Central de Chile las siguientes atribuciones:

El Banco Central sólo podrá efectuar operaciones con instituciones financieras, sean públicas o privadas. De manera alguna podrá otorgar a ellas su garantía, ni adquirir documentos emitidos por el Estado, sus organismos o empresas.
Ningún gasto público o préstamo podrá financiarse con créditos directos o indirectos del Banco Central.


La política monetaria concebida en un modelo social demócrata en donde no existió en términos políticos una ruptura populista, le permitió gozar de una estabilidad política dentro de un marco institucional democrático. Además esta estabilidad política fue propiciada por la coalición de la Concertación, cuyo proyecto político y económico ha consistido en el manejo de políticas monetarias que salvaguardan la economía de mercado, como es la disciplina fiscal y el manejo restrictivo de las variables macroeconómicas. La dictadura de Augusto Pinochet se opuso férreamente a la reforma constitucional para otorgarle autonomía al Banco Central de Chile, reforma que se afianzó durante el mandato del gobierno de la Concertación. Es claro que un perfil ideológico de modelo socialdemócrata conciba un tipo de capitalismo de modelo liberal mixto, en donde se impulsa la economía de mercado y a la vez el Estado juega un papel activo en políticas públicas que buscan brindar los servicios e infraestructura a la ciudadanía, es decir, en clave de Laclau se busca una lógica de la diferencia. En ese sentido, el Ejecutivo en turno en Chile ha guardado una afinidad ideológica con las políticas monetarias diseñadas por el Banco Central de Chile (Boylan, 1998), y esta afirmación sigue siendo vigente para el gobierno socialdemócrata de Michelle Bachelet.

Con la llegada al poder en Venezuela de Hugo Chávez Frías en 1999 ha cambiado el perfil ideológico del proyecto político y económico del gobierno venezolano. Las políticas neoliberales impulsadas a finales de la década de los ochenta por Carlos Andrés Pérez, poco a poco se fueron erosionando de la agenda de la política pública del gobierno de Venezuela. En el caso de Venezuela si hubo una ruptura populista en el sentido de que la insatisfacción de las demandas sociales no fueron cumplidas por parte del modelo neoliberal. En ese sentido, el modelo de capitalismo que observamos en Venezuela es un populismo con políticas públicas incluyentes.

La existencia de una lógica de equivalencia como afirma Laclau, hizo posible que las demandas sociales insatisfechas constituyeran el movimiento hegemónico de la Revolución Bolivariana impulsado y liderado por Hugo Chávez. De ahí que el proyecto político y económico de gobierno impulsado por el Ejecutivo venezolano responda a las demandas del “pueblo”. Esta lectura política nos permite indicar que las políticas monetarias responden al perfil ideológico de la actual administración de gobierno presidida por Hugo Chávez. Así, la política monetaria responde a lo que hemos definido aquí como un modelo de izquierda-populista, en donde se observa en primera instancia la intervención fuerte del Ejecutivo en las últimas reformas al Banco Central de Venezuela, principalmente a través del Ministerio de Finanzas, pues aunque la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2009) señale la autonomía al Banco Central de Venezuela, este se somete a la vigilancia y diseño conjunto de las políticas monetarias al Ministerio de Finanzas, éste último órgano gubernamental tiene la influencia directa del Ejecutivo. En el Título VI Del Sistema Socioeconómico, Capitulo II, Sección IV de la Constitución de Venezuela se lee lo siguiente:

Dada la relevancia que tienen en Venezuela los efectos monetarios de la gestión fiscal, se plantea la necesidad de establecer adecuadas reglas que garanticen la coordinación de política macroeconómica, que fijen el marco institucional en que se deben desarrollar políticas específicas.
El principio de coordinación requiere que el Banco Central de Venezuela y el Ministerio encargado de las Finanzas coordinen sus políticas y a través de un programa o acuerdo que defina un curso anunciado con anticipación, consistente con el logro de determinados objetivos. Se establece un mecanismo para la resolución de conflictos entre el Banco Central de Venezuela autónomo y el Fisco, en función de evitar las tradicionales contradicciones entre la política monetaria y la política fiscal. (Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, 2009: 12-13)


El anterior mandato constitucional indica que la política monetaria va de la mano con la política fiscal. De ahí que el Ejecutivo tenga injerencia directa en las políticas monetarias como sucedió en el decreto Nº 2.302 en donde la intervención del Ejecutivo en el mercado cambiario es evidente, y ello responde a su proyecto político y económico de gobierno propio de su modelo de izquierda-populista:


Artículo 1º. El presidente de la República, en Consejo de Ministros, aprobará los lineamientos generales para la distribución del monto de divisas a ser destinado al mercado cambiario, oída la opinión de la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), de acuerdo al presupuesto de divisas se establecerá en aplicación del Convenio Cambiario (Decreto Nº 2.302; 5 de febrero de 2003).

Lo que se observa en estas estrategias de política monetaria del presidente Hugo Chávez es presentar un modelo económico alternativo al modelo neoliberal del Consenso de Washington, lo que nos indica que su modelo de política y economía se ubica en lo que hemos denominado modelo de izquierda-populista.

Como hemos argumentado, las políticas monetarias de los bancos centrales de chile y Venezuela responden claramente a ideologías políticas de izquierda. La literatura de la credibilidad presenta al modelo socialdemócrata chileno como ejemplo para la región (Williamson, 2003; Castañeda, 2006; Tovar, 2008;); por el contrario los críticos al modelo izquierda-populista consideran de irresponsable las políticas monetarias establecidas por Hugo Chávez (Castañeda, 2006; Tovar, 2008); No obstante, lo que nos interesa presentar en nuestra investigación son coordenadas de investigación que analicen los entornos sociopolíticos de los Bancos Centrales, pues siguiendo a Boylan (1998) y Lebaron (2000) los Bancos Centrales no son neutrales a las condiciones sociopolíticas de cada país. Una vez expuesta la lógica de las ideologías políticas de izquierda en cuanto al manejo de la política monetaria en Chile y Venezuela, podemos realizar un análisis comparativo entre ambos países en cuanto al manejo de los Bancos Centrales como respuesta a modelos distintos de izquierda.

El modelo socialdemócrata chileno -como hemos señalado líneas arriba- es una herencia de la dictadura de Pinochet y responde a las políticas neoliberales. Los gobiernos de Ricardo Lagos y de Michelle Bachelet responden a esta lógica neoliberal con rostro humano, de ahí que no sea casual que las políticas monetarias se ocupen de las variables macroeconómicas que protegen el libre mercado. Desde la coalición de la Concertación existe una afinidad ideológica entre los ejecutivos y el Banco Central, la autonomía del Banco Central en Chile responde a la política neoliberal fijada por el Consenso de Washington, puesto que en este punto el dictador Augusto Pinochet fue renuente en su momento a otorgarle la independencia al Banco Central.

En cambio, con la llegada al gobierno de Hugo Chávez en 1999 en Venezuela, de inmediato concertó un programa político y económico que marcara diferencia a lo recomendado por el Consenso de Washington en cuanto a políticas monetarias. La autonomía del Banco Central de Venezuela es relativo pues existe injerencia de la Legislatura y del Ejecutivo a través del Ministerio de Finanzas, gracias a estos canales de intervención el Ejecutivo venezolano puede establecer políticas monetarias de corte izquierda-populista, pues sin olvidar el contexto de ruptura populista con que llegó al poder Hugo Chávez, implementa políticas de corte populista, como hemos mostrado el Ejecutivo venezolano interviene en el mercado cambiario, algo impensable en el modelo chileno y de las políticas neoliberales que predominan en América Latina. Para un análisis conceptual sobre las políticas monetarias de los Bancos Centrales bajo modelos distintos de izquierda en Chile y Venezuela presentamos el siguiente cuadro comparativo en la Tabla 2.


Tabla 2. Análisis comparativo entre los Bancos Centrales de Chile y Venezuela
País
Modelo de izquierda
Dimensión política
Dimensión económica
Autonomía de los Bancos Centrales

Chile

Modelo socialdemócrata


Sin ruptura populista


Continuidad en Políticas económicas de corte neoliberal, presentando un modelo de capitalismo mixto.
Afinidad ideológica entre la coalición de la Concertación, el Ejecutivo y las políticas monetarias neoliberales del Banco Central. La autonomía del Banco Central en Chile tiene la función de controlar las variables macroeconómicas para otorgarle estabilidad al mercado.

Venezuela

Modelo de izquierda-populista
Con ruptura populista
Ruptura con las políticas de corte neoliberal, presentando un modelo de capitalismo populista
Autonomía relativa. Fuerte intervención del Ejecutivo en las políticas monetarias del Banco Central de Venezuela. Las políticas monetarias responden al proyecto político de izquierda-populista.

Fuente: Elaboración propia.


5.      Consideraciones finales
En un artículo del 2007 publicado por Ricardo Lagos en la revista Letras Libres titulado “Chile: creatividad para el desarrollo”, escribía lo siguiente: “Para enfrentar ese problema [la pobreza] iniciamos el programa Chile Solidario. Algo que no encontramos recetado en ningún libro. Llegamos a golpear la puerta de cada indigente y le dijimos: ‘Señor, éstos son los derechos que el Estado le reconoce y que usted desconoce” (2007: 22). En ese tono “optimista”, el ex presidente Ricardo Lagos destaca que Chile fue “un alumno aventajado del Consenso de Washington” (2007: 22). Así, la continuidad de la Concertación con el gobierno de Michelle Bachelet y con ello la prolongación de la política monetaria del Banco Central que se encarga según los dictados de la política neoliberal de cuidar la inflación y la estabilidad de las variables macroeconómicas, como diría Paul Krugman son vigilantes del dogma del control de la inflación (Krugman, 2009). La política macroeconómica del gobierno de Ricardo Lagos es producto de la continuidad de la política neoliberal en el modelo socialdemócrata en Chile debido a la coalición política de la Concertación, una coalición que para los más optimistas es frágil y uno se preguntaría ¿qué sucedería si termina dicha coalición partidaria?

Por otro lado, el presidente Hugo Chávez ha expandido políticas sociales inclusivas, y ha reformado el Banco Central de Venezuela, en donde el Ejecutivo tiene una influencia directa en las políticas monetarias y que obedecen a su proyecto político de izquierda-populista. Algunos analistas políticos tienen temor y repulsión al término populista, perdiéndose así el objetivo de estudiar una realidad política compleja como lo es el caso de Venezuela. Frente a los escépticos del modelo de izquierda-populista, Chávez ha propuesto políticas monetarias focalizadas a la intervención del gobierno en el manejo de la economía, todo esto frente al asombro de los liberales en política monetaria.

De esta manera nuestro ensayo en realidad son ejes posibles de investigación cuyas coordenadas consisten en realizar un análisis morfológico de los supuestos ideológicos-políticos de las políticas monetarias de los bancos centrales y criticar el dogma de que los bancos centrales son neutrales y asépticos a toda ideología política. Consideramos que las políticas monetarias se articulan en ideologías políticas que sirven como marco de referencia para legitimar las políticas públicas de los bancos centrales.

Referencias bibliográficas
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Documentos                                                       
Constitución Política de la República de Chile (Octubre, 2009)
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2009) publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela.
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, 2009: 12-13
Poder Ejecutivo de la República Bolivariana de Venezuela, Decreto Nº 2.302; 5 de febrero de 2003

Fuentes electrónicas
Base de Datos Políticos de la Américas (2009). Consultado el 20 de septiembre, Atribuciones del Banco Central de Chile y Venezuela dirección electrónica: http://pdba.georgetown.edu/Comp/Economico/Monetaria/atribuciones.html

Diarios
La Nación de Argentina



* Noé Hernández Cortez es Candidato a Doctor en Investigación en Ciencias Sociales con especialidad en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, sede México). Líneas de investigación: Economía Política Internacional, Instituciones Monetarias, Global Social Policy, Política Social en Venezuela y Empresas Socialmente Responsables (Corporate Social Responsibility). * noe.hernandez@flacso.edu.mx; noe.hernandezcortez@gmail.com
[1]Tomamos de Michael Freeden la metodología morfológica para estudiar las ideologías políticas concretas. Para ello establecemos una morfología de dos modelos  de ideologías políticas de izquierda: un modelo de izquierda socialdemócrata y un modelo de izquierda-populista. Ver: Freeden, Michael (1996) Ideologies and Political Theory. A conceptual Approach, Oxford University Press, Oxford
  
[2] Posteriormente John Williamson con sentido autocrítico evaluaría los errores de estas reformas económicas de primera generación para América Latina en su libro colectivo After the Washington Consensus: Restarting Growth and Reform in Latin America (2003), Institute For International Economics, Washington.
[3] La dimensión económica en cada modelo se considera como una construcción discursiva de los intereses políticos de la élite gobernante para justificar “técnicamente” sus políticas monetarias. Consideramos que el discurso económico no es neutral, sino ideológico en el sentido de Joseph A. Schumpeter.  Ver: Schumpeter, Joseph A. (1949) “Science and Ideology” en The American Economic Review, Vol. 39, No. 2, (Marzo), pp. 346-359.

[4] Ver: Laclau, Ernesto (2005)  La razón populista, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

[5] No es casual que el ex presidente Ricardo Lagos utilizara constantemente el término “credibilidad”, en alusión a la llamada “literatura de la credibilidad”.

EN DOCUMENTO: Ideología política y Bancos Centrales. Un estudio comparativo entre Chile y Venezuela, 1999-2009, Una primera versión del presente ensayo se publicó en la Revista Análisis Social del Departameto de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana, Campus Puebla, México.